La anorexia y otros desórdenes alimenticios son un problema de salud que alarma a cualquiera, pero cuando se combina el prescindir de los alimentos con el alcoholismo, ya es un caso crítico.

Este trastorno se conoce como drunkorexia, un desorden alimenticio en el cual los individuos dejan de ingerir alimentos y compensan la falta de estos con la ingesta desmedida de alcohol.

Es más común entre las mujeres quienes se crean la falsa idea de que si comen y al mismo tiempo beben alcohol estarán consumiendo muchas calorías, por tanto, prefieren beber cualquier bebida alcohólica pensando que ésta les dará los nutrientes que no consumen por no comer proteínas o carbohidratos.

Origen de la Drunkorexia

La palabra drunkorexia deriva de la palabra “Drunk” (borracho en inglés) y el sufijo “orexia”, al parecerse al trastorno alimenticio que ha cobrado la vida de muchas modelos famosas.

Debido al alto contenido de calorías que posee el alcohol las personas que padecen este trastorno piensan que si después de tomar vino o cerveza comen alimentos normales pueden engordar, entonces eligen beber alcohol de manera incontrolada. Otra razón por la cual beben alcohol es el afán de ser aceptados en la sociedad joven, quien piensa que el consumo de alcohol da estatus y los hace sentirse como adultos.

Síntomas de la Drunkorexia

La drunkorexia está vinculada con trastornos alimenticios y el consumo desmesurado de alcohol. Las personas drunkoréxicas también tienden a provocarse el vómito cuando sienten que han comido demasiadas calorías con el fin de no engordar.

El alcoholismo puede causarles problemas psicosociales en su entorno familiar, baja autoestima al no aceptar su cuerpo tal como es. Al igual que la anorexia, los estereotipos de belleza donde las mujeres siempre deben ser excesivamente delgadas influyen mucho en este trastorno.

Tratamiento psicológico

Si no se somete a la persona drunkoréxica a un tratamiento psicológico de inmediato, los daños físicos y emocionales pueden ser irreversibles. Grandes cantidades de alcohol en el organismo pueden causar deterioro de los órganos, siendo el hígado el más propenso a dañarse por una cirrosis.

Pueden provocar además daños severos al sistema nervioso y al corazón. Ambos daños pueden acabar con la vida de la persona. Por ello se necesita la intervención de un psiquiatra y un nutricionista.

Como otro tipo de tratamientos lo más importante es que el paciente comprenda el gran daño que se está haciendo y que debe aceptar su cuerpo como es, contar con un psicólogo especialista será clave para dicha recuperación.