¿Qué es la ansiedad?
La ansiedad es una emoción propia de todas las personas, que consiste en una activación del sistema nervioso autónomo ante estímulos del ambiente que pueden suponer una amenaza.
La ansiedad por tanto cumple una función adaptativa, ya que ayuda a la supervivencia activando los recursos del organismo. Esto es, activa nuestro organismo para que podamos salir huyendo ante un peligro, o un estímulo interpretado como tal.
¿Qué ocurre en nuestro organismo cuando sentimos ansiedad?
Si trasladamos esta misma historia a un enfoque más fisiológico podremos comprender con mayor claridad qué ocurre en nuestro organismo cuando sentimos ansiedad. Al percibir un peligro se desencadena una emoción muy poderosa que es el miedo y que pone en marcha todo un sistema de actuación para casos de emergencia. Coordinado por la adrenalina, una hormona que activa simultáneamente varios dispositivos corporales, empieza la acción. El sistema nervioso se activa para poner en marcha el mecanismo de huida.
Los músculos, imprescindibles para correr, se tensan y el corazón empieza a latir con fuerza, la presión arterial sube y la sangre se bombea con fuerza para alimentar las demandas de la carrera. Para que la sangre esté bien oxigenada, los alvéolos de los pulmones se abren y la respiración se vuelve rápida y agitada. Puesto que la sangre es un factor limitante, el proceso de digestión del joven, que venía comiendo bayas, se interrumpe y toda la sangre del sistema digestivo se envía a los músculos. Es cuestión de prioridades.
Como cualquier huida conlleva el riesgo de cortes y pérdida de sangre e infecciones, la piel se tensará para evitar hemorragias y el sistema inmune del organismo, que nos defiende de las infecciones, empieza a desplazarse a la periferia del cuerpo para vigilar la entrada de gérmenes. Son estos todos los mecanismos que se ponen en marcha en nuestro organismo ante cualquier situación de estrés.
¿Para qué sirve la ansiedad?
La ansiedad es el principal mecanismo de supervivencia con el que nacemos. Está ahí porque ayuda a sobrevivir. La especie perdura gracias a la ansiedad.
Cada vez que percibimos peligro hay una serie de cambios en nuestro organismo que nos ponen en las mejores condiciones para ejecutar los dos tipos de comportamiento que aumentan las probabilidades de sobrevivir: luchar o escapar.
La ansiedad goza de una mala prensa. Pero lo cierto es que sin ansiedad no podríamos vivir. Cualquier situación nueva o mínimamente amenazante suscita ansiedad. Es parte de nuestra dotación genética.
Es uno de los mecanismos que la naturaleza y la evolución han diseñado para garantizar la supervivencia.
¿Cuáles son los síntomas de la ansiedad?
- Taquicardia, palpitaciones, opresión en el pecho, dolor en la región precordial.
Cuando nos ponemos ansiosos, el cuerpo se prepara para la actividad física. Los músculos se alimentan de azúcar y de oxígeno, y ambos elementos llegan a través de la sangre. El flujo sanguíneo tiene que aumentar y la forma de conseguirlo es que el corazón vaya más rápido. Cuando el corazón va a a más velocidad durante un rato, según la susceptibilidad de cada persona, se pueden notar estas sensaciones.
- Ahogo, mareo, dificultad para respirar, sensación de irrealidad, opresión en las sienes, cambios de calor a frío.
Como necesitamos más oxígeno, involuntariamente respiramos más rápido. Pero si este oxígeno extra no se usa haciendo actividad física, nos hiperventilamos. Es decir, hay mucho más oxígeno en la sangre del que necesitamos y aunque esto es totalmente inocuo puede provocar todas estas sensaciones y más.
- Tensión muscular, dolor en la cabeza y espalda, contracturas, calambres, temblores y sensación de piernas débiles.
Cuando estamos ansiosos se supone que vamos a entrar en acción, a huir y a luchar. Ambos comportamientos implican intensa actividad física. Aunque no queramos, nuestros músculos se tensan. Si esta tensión se mantiene durante un buen rato sin que los músculos se usen en actividad física intensa, pueden aparecer todas estas sensaciones.
- Sensación de irrealidad, percepciones extrañas, descontrol en los pensamientos.
Cuando estamos relajados y bajo control, nuestro cerebro está gobernado por las zonas rectoras, principalmente por el neocórtex frontal. Pero cuando estamos muy ansiosos, son otras zonas las que toman el control, zonas tan antiguas que los neurólogos denominan el cerebro reptiliano. Son estructuras anatómicas que están en los más profundo de nuestro cerebro como la amígdala y el locus coerelus.
Cuando estas zonas toman el poder, el funcionamiento de nuestro cerebro cambia , es menos racional y está regido por mecanismos más primarios. Hay gente, especialmente sensible, que nota claramente este cambio de programa y se sienten raros; no se reconocen a sí mismos o pueden percibir la realidad de manera distinta. No es peligroso, durará poco pero puede ser perturbador.
- Boca seca, sensaciones en el estómago, nauseas, estreñimiento, diarrea.
Al sentir ansiedad el sistema digestivo se paraliza. Comer es importante, pero lo es más para sobrevivir no ser devorado por un depredador. Así que, el sistema digestivo cesa su actividad y, según en el punto que estemos en el proceso de alimentarnos, notaremos unas sensaciones u otras.
- Cambios en la temperatura.
Como la sangre se acumula en las vísceras y en los músculos, la temperatura interior aumenta. La gente que presenta ansiedad se queja de calor y cuando nuestra temperatura sube hasta un determinado punto, los sistemas de refrigeración se ponen en marcha y empieza el sudor.
Al mismo tiempo, durante la ansiedad, el aporte de sangre a las zonas periféricas se reduce, con lo cual se puede notar frío en las extremidades, y el sudor tornarse frío cuando atraviesa la piel.
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- Pérdida de sensibilidad en zonas superficiales.
Con el objetivo de no desangrarnos si somos heridos en la lucha, al sentir ansiedad se produce una vasoconstricción en las venas y arterias cercanas a la piel. Al disminuir el riego sanguíneo nuestra piel se enfría y personas especialmente reactivas pueden sufrir pérdidas de sensibilidad e incluso parestesias, que se nos duerman las manos, la cara o los pies.
- Cambios en la visión, sensación de que la luz molesta, manchas en la visión.
En plena ansiedad, y con el objetivo de emplear nuestro campo visual para no ser sorprendidos por el enemigo, las pupilas se dilatan. Habitualmente la dilatación pupilar está controlada por la intensidad de la luz.
- Así pues, las pupilas pueden entrar en conflicto recibiendo dos mensajes contradictorios, el que proviene de la respuesta de ansiedad y el habitual que proviene del grado de luminosidad ambiental. Ante esta confusión, el mensaje que recibe nuestro cerebro es confuso y la calidad de las imágenes que se decodifica es muy baja.
¿En qué consiste el tratamiento en el trastorno por ansiedad?
El tratamiento en este caso tendrá como objetivo no eliminar la respuesta de ansiedad, sino desconectarla de las situaciones aprendidas como peligrosas que en realidad no lo son, es decir, no suponen un riesgo para la vida de la persona que lo padece. Y por tanto reducir todas las molestias que interfieran en la calidad de vida de la persona que lo padece.
En mi centro encontrarás las técnicas más novedosas y eficaces para alcanzar dicho objetivo, consiguiendo excelentes resultados, duraderos en el tiempo. No obstante, esto dependerá de las características de cada paciente y su evolución.
Con las técnicas que empleo en consulta te sentirás mejor desde las primeras sesiones y te ayudaré a reducir todos los síntomas desadaptativos de la ansiedad, a no hacer asociaciones erróneas que, en la mayoría de los casos, son el origen de un trastorno de ansiedad y vivir en plenitud.
En mi encontrarás profesionalidad, calidez y la confianza que necesitas para conseguir tu objetivo. Yo te acompañaré en el proceso, y aunque no te llevaré de la mano, seré tu guía en todo momento.
El tratamiento psicológico comenzará con una entrevista inicial donde juntos comenzaremos a esclarecer el origen y mantenimiento de tu problema, dándome así todas las claves necesarias para solucionar tu problema de ansiedad.
Durante las siguientes sesiones, comenzaremos a utilizar las técnicas que previamente habré personalizado para tu caso, dándote poco a poco las herramientas que necesitas para ponerlas en práctica en tu día a día, y de esta forma, mejorar tu vida.
¿Qué habré conseguido al finalizar el tratamiento de la ansiedad?
A medida que la terapia vaya avanzando, empezarás a percibir:
- Menor número de crisis de ansiedad en el tiempo y que los síntomas van perdiendo su fuerza progresivamente.
- Mayor capacidad para afrontar situaciones que anteriormente evitabas o no afrontabas de la manera más eficaz.
- Pérdida del miedo que te ocasionaba la aparición de alguno de los síntomas de ansiedad.
- Al sentirte capaz de afrontar estas situaciones que antes evitabas, te sentirás más eficaz y por tanto tu estado de ánimo mejorará.
- Mejorarás el concepto sobre ti mismo/a y por tanto elevarás tu autoestima .
Al finalizar la terapia, podrás percibir cómo desaparecen todas las conductas, pensamientos y sensaciones desadaptativas de la ansiedad, y contarás con todas las herramientas necesarias para prevenir posibles futuras recaídas, que, con el tipo de terapia que empleo en mi centro la probabilidad de reaparición de crisis de ansiedad es muy baja.