ansiedad infantil

Los niños y adolescentes al igual que los adultos, pueden manifestar un trastorno de ansiedad. Hablamos en este caso de ansiedad infantil. Determinados sucesos, como el nacimiento de un hermano, cambio de residencia o de centro educativo, la pérdida de un familiar, la separación de los padres pueden precipitar la aparición del problema.

Algunos trastornos son más frecuentes en la infancia que otros, por ejemplo la ansiedad generalizada. Otros son problemas específicos a una edad determinada, como la ansiedad cuando el niño se separa de los padres o de otras figuras de apego.

A pesar de compartir muchas similitudes con la ansiedad en el adulto, la reacción del niño a los síntomas difiere significativamente de éstos. Las consecuencias negativas de la ansiedad infantil pueden afectar más que en la vida adulta, dado que pueden interferir con el proceso de crecimiento y maduración en el que se encuentra el niño. Además las repercusiones inciden en el ámbito social, escolar, personal y familiar del niño, y pueden evolucionar hacia patologías más severas.

¿Cuáles son los trastornos de ansiedad más frecuentes en la infancia?

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Trastorno de ansiedad por separación

La ansiedad al separarse de los padres o de las figuras de apego es muy frecuente en la infancia. Suele iniciarse a los seis meses de edad, pero es al comienzo de la niñez, en torno a los dos años, cuando el miedo se intensifica.

Durante la infancia temprana, el temor ante la ausencia de las personas ligadas afectivamente al niño supone un mecanismo de protección frente a los peligros del entorno. Cuando la ansiedad es desproporcionada o supera a lo esperado para el desarrollo evolutivo del niño, puede constituir un trastorno psicológico, el trastorno de ansiedad por separación.

Trastorno de ansiedad generalizada

El trastorno de ansiedad generalizada es el trastorno psicológico más frecuente en la infancia tras el de ansiedad por separación, con una prevalencia del 3%. La edad media de los niños que lo padecen es de trece años y su incidencia es similar en ambos sexos. (Echeburúa, 2009).

Este trastorno de ansiedad se define como la preocupación excesiva no vinculada a situaciones, eventos u objetos específicos. La ansiedad generalizada se puede considerar como una forma crónica de ansiedad, de tipo predominantemente cognitivo y de naturaleza incontrolable, cuyo diagnóstico en la infancia requiere que el niño manifieste esa ansiedad y preocupación excesiva al menos durante seis meses con referencia a una gran diversidad de situaciones o momentos. La  impaciencia, la fatiga, dificultad para concentrarse, irritabilidad, alteraciones del sueño, o la tensión muscular son algunos de los síntomas que suelen acompañar al trastorno (APA, 2009).

Trastorno de pánico

El trastorno de pánico se caracteriza por la presencia recurrente de ataques de pánico que duran minutos u horas. Éstos consisten en síntomas aversivos, somáticos y cognitivos que alcanzan su mayor intensidad en los diez primeros minutos para disminuir gradualmente, siendo algunos síntomas más característicos los siguientes: palpitaciones, sacudidas del corazón o elevación de la frecuencia cardíaca, sudoración, temblores, sensación de ahogo o falta de aliento, sensación de atragantamiento, opresión o malestar torácico, naúseas o molestias abdominales, inestabilidad, mareo o desmayo, sensación de irrealidad o despersonalización, miedo a perder el control o volverse loco, miedo a morir, parestesias, escalofríos o sofocos.

En población infantil, los síntomas más frecuentes son las palpitaciones, los temblores, la dificultad respiratoria y el mareo.

En ocasiones puede ocurrir con agorafobia, esto es, temor intenso a encontrarse en situaciones en las que resulta escapar o pedir ayuda en caso de que se presente un síntoma.

Trastorno obsesivo-compulsivo

Se caracteriza por la presencia de obsesiones y/o compulsiones recurrentes e intrusivas que interfieren de forma significativa en el funcionamiento de la persona. Una obsesión puede ser un pensamiento, imagen o sensación que se repite frecuentemente; una compulsión es una conducta repetitiva que el paciente siente la necesidad de realizar como respuesta a una obsesión, reduciendo la ansiedad al llevarla a cabo.

Durante la infancia es común realizar conductas rituales que varían con la edad. Por ejemplo, a los dos años y medio suele observarse en los niños rituales relacionados con la comida o el baño. A los cinco años es habitual que los niños lleven a cabo ritos al jugar, como pisar únicamente las baldosas blancas y no las rojas mientras pasean por el parque. Sin embargo, a veces, los rituales dejan de ser normales y constituyen un trastorno obsesivo compulsivo y que interfieren con las actividades diarias del niño.

Trastorno por estrés postraumático

El trastorno por estrés postraumático se produce como consecuencia de la exposición del niño a un acontecimiento estresante y extremadamente traumático, o cuando se observa o tiene conocimiento de una situación en la que existe una amenaza para la vida de otras personas. Algunos ejemplos de estas situaciones serían desastres naturales, accidentes aéreos o de circulación con heridos graves, incendios, violencia física…

No todos los niños y adolescentes que experimentan un suceso traumático desarrollan un trastorno por estrés postraumático. Sólo se diagnostica como tal si los síntomas persisten más de un mes y si repercuten negativamente en la vida del niño.